Cuando alguien entra en un Dojo y observa una sesión ¿qué ve?. ¿Acaso a un grupo de personas preocupadas solamente por conservar su forma física, o de vencer a sus compañeros para satisfacer ciertos deseos primarios sobre, quien es él más fuerte?. ¿O ve un grupo de personas con un objetivo común de progreso, donde la seriedad y el silencio invaden la zona de entrenamiento y donde cada gesto o técnica es realizado con gran atención y dominio físico?. ¿ O un lugar donde la educación y el respeto son valores que no caducan y permanecen frescos?.
En el Dojo cada mínimo detalle es considerado y resaltado. El sentarse correctamente; el saludo antes y después de pasar o salir del tatami; como están ordenadas las filas para la practica. Todo esto forma parte de un proceso educativo, de un proceso de refinamiento que lleva al practicante a un nivel elevado como karateka o lo que debe ser lo mismo como persona.
Si alguien percibe al entrar en nuestro Dojo esta atmósfera, yo estaría especialmente satisfecho. Pero esta tarea educativa no se consigue en un día, sino que es una tarea de mucho tiempo. Tiempo y esfuerzo para que se entienda que el progreso personal es más importante que el vencer o no vencer a un supuesto enemigo, que sentarse y escuchar lo que se plantea, es tan importante como la habilidad de conseguir que nuestras piernas alcancen una gran altura al levantarla. En resumen, el Dojo debe ser un lugar de encuentro para compartir y adquirir conocimiento, un lugar donde lo que se dice es tan importante, si no más, como lo que se hace.
A pesar del tiempo y del esfuerzo que invertimos en esta tarea de refinamiento, se que merece la pena. Veo como personas de diferentes clases sociales, de diferente nivel cultural e ideológico, personas de diferentes razas que se encuentran y se unen en la practica y que, colaboran para progresar mutuamente. Y cuando veo como los niños se cuidan unos a otros evitando dañarse en los ejercicios en parejas y, como esos niños crecen y sirven de ejemplo con su actitud, a los que vienen detrás. Entonces se que el Dojo se ha construido. Por desgracia existen pocos lugares en nuestra sociedad donde se reúnan las personas para beneficiarse de este ambiente.
Sentirse vinculado a un Dojo es haber comprendido que lo que allí se estudia y se practica es la herencia de nuestros antecesores en Karate, por eso debemos cuidar que el concepto de Dojo permanezca vivo de generación en generación.
Pero el concepto de Dojo debe también traspasar las cuatro paredes y constituirse allí, donde existan personas inquietas y preocupadas por transmitir ideales de alto nivel. De hecho, antiguamente no existían lugares específicos para entrenarse, sino que cualquier lugar era bendecido con la energía de la practica y convertido rápidamente en un santuario para el conocimiento.
Profesores del Club
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