Al Chung-Liang Huang. Prólogo de la obra “ELCAMINO DEL TAO” de Alan Watts.
Aprender es adquirir un conocimiento hasta hacerlo nuestro, conocimiento que comprendemos con el intelecto y que recibimos por nuestros sentidos. Más allá de los órganos que nos permiten relacionarnos con el mundo, los sentidos constituyen canales de percepción.
Según la Programación Neurolinguística, los canales de percepción son vías que llevan la información a nuestro cerebro y además, conforman medios de codificar dicha información para hacer la percepción, la imagen mental o el conocimiento.
Considerando los sentidos como canales de percepción encontramos que el tacto, se amplía más allá de la sensaciones que podemos percibir por la piel. El canal kinestésico, al que pertenece el tacto, está constituido por todas aquellas sensaciones que podemos recibir con nuestro cuerpo, además de nuestro olfato.
Es gracias al canal kinestésico que logramos formarnos lo que llamamos conciencia corporal. Ninguno de nosotros es capaz de verse a sí mismo, en términos visuales. Ni siquiera la imagen que nos devuelve el espejo es una imagen real. Así que, cuando ejecutamos movimientos o corregimos posturas, es nuestra conciencia corporal la que nos indica como están colocados nuestros miembros, si tenemos tensión en los hombros o sí tenemos una postura de la espalda adecuada.
En el Tai Chi, como en muchas disciplinas corporales, es fundamental el uso del canal kinéstesico para aprender los movimientos. Ésta es la primera dificultad con la que se encuentran los principiantes. Estamos acostumbrados a que, para aprender algo, debemos verlo y sobre todo, intelectualizarlo. Según nuestra cultura, sólo puede aprenderse aquello que se ha entendido en nuestra cabeza, con la razón. ¿Pero cuántos de nosotros nos hemos topado con una gran torpeza al querer traducir en nuestro cuerpo, aquello que se nos ha explicado y creemos haber entendido?
Por eso es importante aprender a ir delegando en el cuerpo, confiar en que la ejecución de los movimientos en sí mismos constituyen una vía de percepción que lleva información a nuestro cerebro y que quedará registrada.
Cuando hay un error al hacer un movimiento o practicando un esquema, es fundamental no parar. Siempre recomiendo a quien aprende que se perdone el error. Es decir, que no pare, que siga, se fije en el resto del grupo y continúe con el movimiento. Así se consiguen muchos más beneficios: no se pierde la continuidad, ni se desconcentra a los compañeros. Se puede seguir disfrutando del resto del ejercicio y aprovechar al máximo el próximo movimiento. Pero sobre todo, y para mí muy importante, nos acostumbramos a aceptar que podemos equivocarnos, pero que estamos en el camino de hacerlo mejor. Vamos sustituyendo la actitud de ver nuestros fallos y aquello que nos falta para mejorar, por la conciencia de disfrutar de lo que vamos alcanzando, con la confianza de poder llegar a más.
En muchos casos digo: “sigue, que tú crees que tu mente no lo entiende, pero tu cuerpo sí” ¿Por qué no delegar un poco en nuestro cuerpo y confiar en este poderoso canal de percepción? Incluso recomendaría experimentar lo que llamo “aprender por inmersión”. Esto es, hacer el esquema que se esté aprendiendo y quienes no lo saben traten de imitar los movimientos, sin importar cómo les sale o si logran comprenderlo.
Por supuesto, éste no es un método único de enseñanza, también es bueno detallar y explicar. Pero se puede dejar que la mente descanse un poco, o más bien trabaje de una forma diferente, por un tiempo.
Suerte y armonía en tu práctica
Por Carmina Barreiro
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